Andaba pensando "tampoco ha pasado tanto tiempo desde que podíamos llamar dentro de Madrid sin tener que poner el prefijo 91". Es más, todavía quedan algunos letreros (no tan) antiguos que lo demuestran. "Tampoco ha pasado una eternidad desde que dejé de usar las cabinas de teléfono". Y ahora no puedo vivir sin el iPhone (que no tengo). Los cambios no producen vértigo. Generan ansiedad por conocer lo último, por asimilar la revolución. Abren (y acentúan) la brecha digital. De momento hoy, sólo quería decir eso, algo que se me pasó por la cabeza en el bus.
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