jueves, 30 de abril de 2009

Historia de dos "twitts"





Nota: Para ver la viñeta completa, haz click en la imagen.

Me ocurrió hace un par de días. Estaba en la oficina, delante del ordenador. Abrí Twitter y dejé caer la pregunta, "Si los medios de comunicación y la prensa son el cuarto poder, ¿los medios sociales son el quinto?". Un tuitero que pasaba por allí respondió "y espera que no nos quiten a ERE limpio la cuarta posición". En ese instante lo vi claro. Nuestra conversación era una viñeta. De esas que se enconden en las páginas en blanco y negro de los diarios ¿en peligro de extinción? Es preocupante cómo están desmantelando la prensa a golpe de ERE y despidos.

Aquella respuesta no venía de un lugar cualquiera. Era la voz de un periodista, bloguero. Fue entonces cuando le comenté al señor Uriondo si no le importaba que nuestros "twitts" se convirtieran en una pequeña historia gráfica (Texto: Miguel Ángel Uriondo & Diego Rivera. Ilustración: María Blanco).

Contacto Twitter: RiveraDiego


martes, 28 de abril de 2009

El muro

Hace tiempo un amigo me dijo "Mi MySpace no me interesa, se ha convertido en un muro donde me pegan carteles". No pudo describirlo de mejor manera. Han pasado un par de años desde que aquello de (auto) promocionarse a bombo y platillo fuera la novedad. Era un orgullo formar parte de la Generación MySpace. Ahora, el "muro" es molesto. Ha perdido todo su romanticismo. Y además, ha sido destronado por otras redes sociales, como Facebook, como en su día le ocurrió a Second Life. La gloria es efímera.

miércoles, 22 de abril de 2009

Cambios. La llegada del wikihombre

Recuerdo que iba en un autobus interurbano. Llovía. La rutina del trayecto se rompió de golpe. Un sonido estridente irrumpió en los oídos de los viajeros. Nadie quedó indiferente. Aquella música provenía de un bolso. Todos vimos como una señora sacaba de allí un ladrillo con antena, algo tecnológico, y hablaba.

Soprendidos, nos miramos unos a otros. Pude leer en los ojos de la gente "qué poca vergüenza", "qué falta de intimidad", "cómo puede hacerlo en el bus", "molesta", "no tiene educación". Lo había presenciado por primera vez. Una persona utilizaba en público el teléfono móvil.

Desde aquel día no había tenido una sensación similar. Algo está ocurriendo. Hay cambios. Pero todos los días. Y creo que muchas de las cosas que están sucediendo se van a quedar. El 2.0 es como aquel ladrillo con antena. Lo acabaremos llevando en el bolso.

Si algo hace diferente a este momento es la gran cantidad y la velocidad con la que suceden los acontecimientos. Es casi imposible verlo todo. Por lo que es vital elegir un buen lugar para presenciar, percibir, absorber e interactuar con el mayor número de cosas nuevas a la vez. No hay persona humana (ni servidor) que pueda alojar cada día la cantidad de términos, herramientas, redes, microbloggins, que se crean e inventan cada día. Excepto Internet.

Lo ideal sería convertirse en Wikihombre, un ser abierto a recibir todos esos términos. Se nutre de lo que estamos construyendo. Absorbe de unos, de otros. Sin fin.


martes, 21 de abril de 2009

¿Madrileños o braguetazos por el mundo?

Que la pantalla del televisor aparezca "en negro" (vacía) cuando pasas por Telemadrid es tan normal como poner Telecinco y encontrar anuncios. La huelga está haciendo estragos en la cadena autonómica. Pero anoche los seguidores de Madrileños por el mundo pudieron disfrutar (como cada lunes) del programa, sin encontrar un "cartel" pidiendo disculpas por la interrupción.

Llevo un tiempo enganchado. Es como toparse con un vecino y preguntarle ¿qué tal por Kuala Lumpur? Te cuenta los chascarrillos que no vas a encontrar en las guías de viajes. Pero últimamente "me repite" un poco. Los protagonistas, esos madrileños que enseñan a la cámara su rincón del mundo, son excesivamente similares unos a otros. ¿Quién los elige?

Suelen ser becarios que encontraron su primera oportunidad laboral fuera de España, personal que trabaja para el Instituto Cervantes y (sobre todo) mujeres que han dado con el hombre de su vida: un australiano/americano/asiático que trabaja para una multinacional en la otra parte del mundo. Dejaron todo por amor. Por esta razón, los directivos del programa están pensando cambiar el nombre y llamarlo "Braguetazos por el mundo".

Un reportaje tras otro, nos muestran sus casas de 300 metros cuadrados, el salón de invierno, el salón de verano, el cuarto de estar para invitados, la casa para el personal de servicio. ¿Será cierto que a estos madrileños por el mundo los "coloca" la propia Esperanza Aguirre en un exceso de celo por controlar Telemadrid? Juzguen ustedes mismos.


jueves, 16 de abril de 2009

El Método Matías

Tengo que reconocerlo. Soy fan de Matías (Prats, se entiende). Los allegados conocen mi debilidad por su forma de dar un titular en cinco segundos. Porque su mensaje (directo, claro, sencillo) no deja dudas. Por su cadencia chulapa. Su dicción. Su carisma. Y su "paradinha" en el momento clave de dar la noticia. ¿Os cuento una anécdota?

Una mañana me encontraba coordinando acciones de prensa para un evento. Tenía que llamar a Antena 3. Llevaba menos de un minuto hablando con alguien de la redacción de informativos cuando me interrumpe el discurso y dice "Diego, me interesa. Mándamelo por mail, eme guión prats arroba.. Mi nombre es Matías". - Nota: Se ha omitido cualquier parecido con el correo original.- Al colgar suspiré. No puede ser. He hablado con él. Y no me había dado cuenta hasta que me dio su mail. Simultáneamente venía a mi cabeza un pensamiento: Su voz, no suena igual por teléfono.

Como decía, Matías Prats es un referente. Tanto es así que, hace tiempo en mi empeño profesional por redactar convocatorias de prensa últiles, creé el Método Matías. Consiste en seguir sus pautas. Claridad. Sencillez. No dejar dudas. Dar un titular en cinco segundos. Una vez redactado, sometes el contenido de tu convocatoria al test (de la verdad). Haces sonar (en tu cerebro) la música de entrada del informativo. Te pones en la piel del mismísimo Matías. Alzas la voz imitanto al maestro y lees tu creación. Si funciona con su voz, si eres capaz de imaginarte a Matías repitiendo tus palabras, lo tienes (bueno, más o menos, esto es sólo el principio).

Volviendo al chascarrillo. Habían pasado varias semanas desde aquella conversación telefónica que marcó mi existencia. Me encontraba en otro evento. Sonó el teléfono. "Diego, soy Daniel de Antena 3. Estoy abajo". Salí a recibirle. Le acompañaba un cámara. Entramos al ascensor del lujoso hotel de diseño y se confesó. "En realidad no soy Daniel. Me llamo Matías (descanso) Prats. Pero en la redacción me he cambiado el nombre para evitar más confusiones". No pude soportarlo. Tuve que confesarme yo también. "Daniel, ya nos conocemos. Hace semanas hablé contigo. Durante un tiempo pensé que había conversado con el mismísimo Matías. Para mí es un ídolo". La confianza fue en aumento. "¿Te cuento otra anécdota?", y le solté todo lo del método. Al terminar de descubrir mi secreto Daniel añadió "Voy a contárselo en cuanto llegue. A Matías le encantan este tipo de historias".

Unos días más tarde, en casa, mientras cenaba viendo las noticias, Matías
(celebridad) Prats daba paso a una conexión en directo. El rótulo del telediario decía "Daniel Prats, Enviado Especial". No pude evitar sonreir. Me sentía cómplice. Ahora vosotros sois mis confidentes.

miércoles, 15 de abril de 2009

Perseguimos objetivos

Hay algo que forma parte de todos (aparte del gusto por los pinchos de Salamanca y los 140 caracteres de twitter): las mudanzas. Una mudanza termina cuando se abre (y vacía) la última caja. Espero poder decir pronto que vacié la última (la penúltima para los supersticiosos noctámbulos).

Las mudanzas traen consigo cambios. Algunos secundarios, inesperados, pero interesantes. Ahora tengo que tomar un autobús cada mañana. El trayecto es corto, sin excesivo tráfico para lo que es Madrid en hora punta (jamás desvelaré las calles por las que pasa, para que sigan siendo un trozo de asfalto casi virgen). Como soy el chico nuevo del bus todavía presto atención a cosas sin importancia. Quizá porque aún no son rutinarias y porque todavía no he llegado al punto de decir (para dentro) "otra vez el mismo tipo, que se sube en el mismo lugar y ocupa el mismo sitio".

Entre las cosas interesantes están las señoras, esas mujeres mayores que toman posesión de su asiento (como los políticos con su escaño) y se aferran a él hasta el final, pase lo que pase. Conversan (en voz alta) primero consigo mismo, pero con un objetivo, que les escuches y les des palique. "Si ya sabía yo que iba a llover. Y la ropa sin el plástico". Son como la publicidad, no les haces mucho caso pero vuelven a insistir, "cómo llueve, ¿eh?". Y se repiten hasta la saciedad, "Ya hacía falta que lloviera, ya. Uy, perdona, que te mojo con el paraguas".

Probablemente una de las cosas que más me gusta hacer en este mundo es observar. Es la herramienta perfecta para entretenerse (sin hacer nada). En una ocasión un hombre me dijo "Diego, a partir de ahora tendrás que ponerte unas gafas de sociólogo". No iba muy desencaminado, soy miope. Las palabras de aquel señor me calaron (como el paraguas de la señora). Él sólo pretendía decirme que mirase las cosas de otro modo si quería dedicarme a algo tan social (e inhumano a veces). ¿Y ella? Socializarse. Quizá buscaba el reconocimiento de los demás (como lo hacemos los que escribimos en un blog). Todos perseguimos algo.

martes, 14 de abril de 2009

Hay vida más allá del miedo

Imagínese que un día va a un concesionario. Un señor con corbata apretada se acerca y le dice: "Está en el lugar adecuado para comprar un coche. Ha de saber que la carretera es peligrosa. Hay gente mala que se salta semáforos, conductores camicaces, miles de muertes cada año. Además, puede tener un golpe de chapa al intentar aparcar su vehículo. Lo más probable es que le roben la antena de la radio, los tapacubos, si es que no le destrozan la cerradura para extraerle la radio. Ojito con las multas. Y ojito también con la gasolina, que está carísima (por no hablar del seguro). Tenga presente que conducir es una actividad estresante. Puede cambiarle la personalidad al ponerse al volante. Cada mañana tendrá que sobrevivir a un atasco. Por cierto, suerte para encontrar aparcamiento.

Eso es lo que encuentro cada día cuando leo webs, blogs y twitts de profesionales que ofrecen servicios (y reflexiones) sobre 2.0. Alertan de los peligros para la reputación (rayos!). Hablan de los riesgos de perder el control (truenos y centellas!). Todo gira alrededor del miedo. ¿Hay que crear necesidades (solamente) a través del temor? Queridos compañeros (camaradas, gritad conmigo) hay vida más allá del miedo. Hay otras cosas que contar (y hacer) en el 2.0, 3.0 o lo que venga (que ya no nos acordamos de Second Life).

Además de gestionar las peligrosas curvas de los medios sociales y poner a salvo la reputación, se puede construir. Ese es mi lema de hoy. Intentaré ver de forma positiva el 2.0. Por supuesto, tendré presentes los peligros, riesgos (atascos, accidentes y robos). Pero a partir de ahí, pensaré en algo más que pueda aportar al 2.0 ("mejor póngame un 3.0" Vicente del Bosque dixit).

lunes, 13 de abril de 2009

Por qué "Lo cierto es que"

Sí, me apasiona la televisión, sus (gallinejas y) entresijos. Me inclino ante su poder, pero más aún ante sus debilidades. De ahí el nombre de este blog. Si usted se detiene delante del televisor y decide ver un informativo (de cualquier cadena), intente contar el número de veces que los reporteros dicen "Lo cierto es que". Innumerables. Haga la prueba esta misma noche.

Lo llevo tan hondo como la música de los anuncios que hicieron historia. Lo escuché tantas veces como el "Im loving it" ¿de los Beatles? o el "Be water my friend" (yo es que era más de los Rolling). Los "claim" terminan por dejarse de oír; algunos (los buenos) perduran en los libros de la "historia" de la Publicidad e inevitablemente en nuestros cerebros. Pero "Lo cierto es que" perdura en la "lengua popular". No desaparece, trasciende aunque no esté en los libros ni se enseñe en las facultades.

Una vez un hombre me dijo, "Diego, es más fácil cambiar las leyes que las costumbres". Por eso (entre otras cosas), este blog no va a ser un aparato para promover la abolición de "Lo cierto es que" entre los periodistas. Porque además, este rincón no va a tratar únicamente de periodismo, ni es mi intención criticar (mal y porque sí) a los profesionales del mundo de la comunicación. Habrá hueco para todo (medios de comunicación, medios sociales) como en la televisión (quizá esta última afirmación sea la más incierta de todas las que he dicho hasta ahora).

Esta noche cuando se sienten delante de su LCD nada volverá a ser igual. Se asombrarán sus esposas cuando les vean pegados al informativo televisivo (aunque no hayan llegado los deportes). Quieran o no, se verán sorprendidos contando los "Lo cierto es que". ¿Y mañana? Mañana estarán perdidos, porque les volverá a suceder lo mismo. Como si hubieran activado una Alerta de Google News en su cerebro, estarán delante de la tele haciendo lo mismo.