Recuerdo que iba en un autobus interurbano. Llovía. La rutina del trayecto se rompió de golpe. Un sonido estridente irrumpió en los oídos de los viajeros. Nadie quedó indiferente. Aquella música provenía de un bolso. Todos vimos como una señora sacaba de allí un ladrillo con antena, algo tecnológico, y hablaba.
Soprendidos, nos miramos unos a otros. Pude leer en los ojos de la gente "qué poca vergüenza", "qué falta de intimidad", "cómo puede hacerlo en el bus", "molesta", "no tiene educación". Lo había presenciado por primera vez. Una persona utilizaba en público el teléfono móvil.
Desde aquel día no había tenido una sensación similar. Algo está ocurriendo. Hay cambios. Pero todos los días. Y creo que muchas de las cosas que están sucediendo se van a quedar. El 2.0 es como aquel ladrillo con antena. Lo acabaremos llevando en el bolso.
Si algo hace diferente a este momento es la gran cantidad y la velocidad con la que suceden los acontecimientos. Es casi imposible verlo todo. Por lo que es vital elegir un buen lugar para presenciar, percibir, absorber e interactuar con el mayor número de cosas nuevas a la vez. No hay persona humana (ni servidor) que pueda alojar cada día la cantidad de términos, herramientas, redes, microbloggins, que se crean e inventan cada día. Excepto Internet.
Lo ideal sería convertirse en Wikihombre, un ser abierto a recibir todos esos términos. Se nutre de lo que estamos construyendo. Absorbe de unos, de otros. Sin fin.
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1 comentario:
Ya lo dijo una vez Bill Gates, que en lugar de números de teléfono personales tendríamos emails. Y de hecho, cuando doy mi email lo hago con el mismo recelo que cuando doy mi número de teléfono personal.
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