Pasamos del dospuntocerismo al socialmedialismo. De aspirar a ser reconocidos gurús a detestar la palabra y a hacer chistes con ella. De mostrar nuestras habilidades como community managers a evitar que digan que somos uno de ellos.
Es inevitable pensar que hay mucha moda (pasajera) en este contexto. Y como en todas las modas, hay quienes se suben al carro y quienes no, quienes crean tendencia y quienes siguen la tendencia (por ridícula que sea). Hay quienes llevan mejor el modelito y a quienes sencillamente no les sienta bien "llevar hombreras".
Si quitamos la paja, no tengo dudas: los medios sociales no son una moda. Han venido para quedarse. Tienen una fortaleza que aún somos incapaces de medir con precisión. Pero también resultan frágiles, sobre todo cuando enmascaran la auto-complacencia.
A veces tengo la sensación de estar ante un diálogo oligárquico, donde los unos dan la razón a los otros (y entre sí). Hablan de lo que han descubierto, de su poder, cómo utilizarlo. No son un grupo cerrado, ni mucho menos. Es más, proclaman el diálogo. Pero desde la distancia, parecen un punto, un monólogo de auto-complacientes que se retro-alimentan. Estamos en el medievo del Social Media.
Ilustración perteneciente al álbum Amnesiac (Radiohead), libreto interior.
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